jueves, 3 de enero de 2013

CAPÍTULO 5.



5 1Hijo mío, haz caso de mi experiencia,
presta oído a mi inteligencia:

2así conservarás la cautela

y tus labios guardarán el saber.



La ramera



3Los labios de la ramera destilan miel

y su paladar es más suave que el aceite;
4pero al final es más amarga que el ajenjo

y más cortante que puñal de doble filo;
5sus pies bajan a la Muerte

y sus pasos se dirigen al Abismo;
6no sigue el camino de la vida,

sus sendas se extravían

sin que se dé cuenta.

7Por tanto, hijos, escuchadme

y no os apartéis de mis consejos:

8aleja de ella tu camino

y no te acerques a la puerta de su casa,
9no vayas a dar a extraños tu honor

ni tus años a uno implacable;

10no se harten de tu vigor extranjeros

y de tus fatigas en casa de un desconocido.
11 Gemirás cuando te llegue el desenlace

y se consuma la carne del cuerpo.
12Entonces dirás: «¿Por qué aborrecí la corrección

y mi corazón despreció la reprimenda?
13¿Por qué no hice caso a mis maestros

ni presté oído a mis educadores?

14Por poco no llego al colmo de la desgracia,
en medio de la asamblea reunida».



Gozo del matrimonio



15Bebe agua de tu aljibe,

bebe a chorros de tu pozo.

16No derrames por la calle tu manantial
ni tus acequias por las plazas;
17sean para ti solo,

sin compartirlas con extraños.
18Sea tu fuente bendita,

goza con la esposa de tu juventud:
19cierva querida, gacela hermosa,

que siempre te embriaguen sus caricias,
que constantemente te arrebate su amor.
20¿Por qué, hijo mío,

te ha de arrebatar la ramera

o has de estrechar el seno de la extraña?
21Pues los caminos humanos

están patentes a Dios,

examina todas sus sendas.

22Sus propias culpas enredan al malvado

y queda preso en las redes de su pecado;
23muere por falta de corrección,

por su enorme insensatez se extravía.

5 Este capítulo es como una especificación de los dos caminos, en la esfera sexual. Por el tema es amplificación de 2,16-19. En el desarrollo observamos: a) la articulación antitética, en disposición ABA, la ramera - la esposa - la ramera; la expresión corpórea en la primera parte e imaginativa en la segunda; la oposición de propio y ajeno en la tercera. La importancia del tema reside primero en su sentido propio, después en su potencial simbólico. En su sentido propio, por el peligro que significa para jóvenes y adultos la ramera, con sus consecuencias físicas, morales, económicas, religiosas. El potencial simbólico consiste en apuntar, nada más, a la Sabiduría personificada. 

5,1-2 Prefiero no corregir el segundo verso y tomar los labios como alusión a la práctica de recitar: Dt 31,22; Sal 50,16. 

5,3 Se refiere directamente a las palabras, como muestran 2,16; 8,8; Sal 55,22. Pero se escucha también el sentido erótico, según Cant 2,3; 5,16; 7,10. 

5,4 El sentido del gusto puede representar la capacidad de discernir y valorar. La espada afilada sugiere una ejecución capital. 

5,5 Recuérdese el relato de Sansón y Dalila, leyenda de pasión y muerte. La ramera es aliada y enviada de la Muerte, encargada de conducir al abismo a cuantos captura. 

5,6 Su extravío inconsciente y constitutivo es la antítesis del camino sensato, bien trazado y conocido. 

5,7-10 Por los plurales se diría que el autor piensa en una organización extranjera que explota la prostitución para explotar a los clientes. Pero no podemos con estos datos reconstruir el cuadro social de la práctica. Los singulares caracterizan: ella seductora funesta, él extranjero inexorable. Se reparten a medias los papeles: ella pone el aceite del halago, la miel del placer; él pone el cálculo despiadado. El cliente es simple víctima, que irá perdiendo su dignidad, vigor y haberes. 
El castigo tiene algo de la ley del talión: el joven ha gozado del placer ajeno, extranjeros disfrutarán de su sudor. Y devorando los años, los pies de la ramera conducen a la muerte. 

5,11-14 El maestro, con sus años y experiencia, puede anticipar la reflexión hipotética y futura del libertino degenerado y fracasado. Se apunta un proceso: primero "cuerpo y carne" (carne puede designar en hebreo el miembro viril, Lv 16,4); segundo la enajenación de los maestros; tercero, la sanción social de la asamblea. Apreciamos una técnica sapiencial que consiste en la evocación poética de un hecho, un desenlace, con fuerza de amonestación. Es obligado recordar la primera parte de la parábola del hijo pródigo (Lc 15); para la asamblea, Eclo 23,24. 

5,15-19 Al llegar a esta estrofa el autor cede al lirismo: su lenguaje se vuelve figurado, imaginativo, y lo adorna con discretos efectos sonoros. Tres versos están dominados por imágenes de agua, uno conjura imágenes de animales. Jardín o huerto recogido, el agua no ha de perderse por las calles. Nombres de animales figuran como nombres de mujer: Raquel, Jael, Débora. El don mutuo y exclusivo, la fidelidad inquebrantable sellan el gozo y la fecundidad del amor: Cant 2,16; 6,3.9. La manera de hablar supone un ideal monogámico: una sola y para siempre; todos los términos están en singular, la dispersión sucede fuera. 

5,16 Para que haga sentido, hay que añadir una negación al texto hebreo o leerlo como pregunta retórica. 

5,18 Fecundidad: Gn 1,29; 24,60; Dt 28,4; Lc 1,42. Gozo: Is 62.5; Cant 3,11. 

5,19 "Arrebate": significa el enajenamiento, la fascinación del amor: Is 28,7 lo dice del vino.

5,20-23 La repetición del verbo subraya la antítesis entre el arrebato del amor casto y el de la ramera. Al final de la instrucción apela el maestro a la sanción combinando dos aspectos que algunos quisieran considerar incompatibles: la sanción trascendente de Dios y la inmanente a la conducta humana. Aquí se reconcilian en dos tiempos. Dios examina y observa, como dice Eclo 23,19-21, después da curso libre al proceso inmanente del castigo. 

5,22 El libertino es como fiera acosada, sus pecados son ojeadores y monteros y también las redes que lo impiden huir. El mismo se ha metido en las redes mortales y no tiene el consuelo de ser víctima inocente.

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