domingo, 13 de enero de 2013

CAPÍTULO 6.



Fianza



6 1Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino
dando la mano a un extranjero,

2si te has enredado con tus palabras

o has quedado atrapado por la boca,

3haz lo siguiente, hijo mío, para librarte,
pues saliste responsable por tu vecino,
caíste en poder de tu vecino:

ve, insiste, acosa a tu vecino,

4no concedas sueño a tus ojos

ni reposo a tus pupilas;
5líbrate como gacela del cazador
o como pájaro de la trampa.



Pereza



6Acude a la hormiga, holgazán,
observa su proceder y aprende;
7aunque no tiene jefe,

ni capataz, ni gobernante,
8acumula grano en verano

y reúne provisiones durante la cosecha.
9¿Hasta cuándo dormirás, holgazán",
¿cuándo sacudirás el sueño?

10Un rato duermes, un rato das cabezadas,
un rato cruzas los brazos y descansas
11y te llega la pobreza del vagabundo

y la indigencia del mendigo.



El perverso



12Un hombre depravado, un individuo perverso,

camina torciendo la boca,
13guiñando un ojo, meneando los pies,
señalando con el dedo;

14por dentro con desatinos, planeando maldades
y siempre sembrando discordias.

15Pues le llegará de repente la perdición,

se quebrará de improviso y sin remedio.



Siete cosas



16Seis cosas detesta el Señor

y una séptima la aborrece de coraz6n:
17Ojos engreídos, lengua embustera,
manos que derraman sangre inocente,
18corazón que maquina planes malvados,
pies que corren para la maldad,
19testigo falso que profiere mentiras

y el que siembra discordias

entre hermanos.

20Guarda, hijo mío, los consejos de tu padre
y no rechaces la instrucción de tu madre,
21llévalos siempre atados al corazón

y cuélgatelos al cuello:

22cuando camines, te guiarán;

cuando descanses, te guardarán;
cuando despiertes, hablarán contigo.

23Porque el consejo es lámpara
y la instrucción es luz

y es camino de vida

la reprensión que corrige.
24Te guardarán de la mala mujer,


de la lengua halagadora de la ramera.
25Que tu corazón no codicie su belleza

ni te dejes prender por sus miradas.
26Si la ramera busca una hogaza de pan,

la casada va a caza de una vida preciosa.
27 ¿Podrá uno llevar fuego en el seno

sin que se le queme la ropa?

28¿Podrá uno caminar sobre ascuas

sin abrasarse los pies?
29Pues lo mismo

el que se junta con la mujer del prójimo,
no quedará impune nadie que la toque.
30¿No se infama el ladrón cuando roba

para llenar el estómago

cuando pasa hambre?

3JSi lo sorprenden, le cobrarán el séptuplo,
tendrá que dar toda su fortuna.

32Pues el adúltero es hombre sin juicio,

el violador se arruina a sí mismo:

33le tocarán golpes e insultos

y su infamia no se borrará.
34Porque los celos enfurecen al marido

y no perdonará el día de la venganza,
35no aceptará ninguna compensación

ni la querrá aunque aumentes la oferta.

6 Siguen en este capítulo cuatro instrucciones breves y autónomas que interrumpen el discurso unitario sobre la sexualidad. Sin los versos 1-19 pasaríamos de la ramera a la adúltera. 

6,1-5 El tema de la fianza preocupa varias veces al maestro: 11,15; 17,18; 20,16; 22,26; 27,13. Con todo, no logramos reconstruir con claridad su mecanismo. Desconocemos la legislación o el derecho consuetudinario sobre la materia. Para orientarnos proponemos un esquema. La fianza incluye tres personas: acreedor, deudor, fiador. El rito incluye un estrechar la mano: 11,15; 17,18; 22,26; Y una palabra, juramento o promesa. Lo lógico es que el deudor sea conocido del fiador; pero algunos textos dan a entender que el desconocido es el deudor. 

En tal caso hay que suponer que el fiador lo hace por afán de ganancia: adelanta el pago,
para cobrarlo con intereses. Un texto tardío puede ilustrar algunos aspectos de la operación: Eclo 29,14-19; Job 17,2 ofrece una original y audaz versión del tema. 

Con un margen de incerteza explicamos nuestro texto. El vecino es el deudor, el extraño es el acreedor, el joven discípulo es el posible fiador, a quien disuade el autor. Por amistad o por deseo de lucro estrecha la mano del extranjero. a favor de su vecino, y añade una palabra de compromiso. En ese momento se hace responsable ante el extranjero y está en manos del vecino, pues de éste depende que todo se arregle bien y a tiempo. Hay que correr al reparo cuanto antes, importunando al vecino para que pague su deuda y deje así libre al que salió fiador por él. Porque el extranjero va a la caza de víctimas comerciales incautas. Entre una amistad y una codicia o entre dos codicias, el inexperto e imprudente pajarito ha caído en la trampa. 

6,6-11 Puesto que Dios repartió sabiduría entre todos los vivientes, Eclo 1,10, los animales pueden ocupar una cátedra sapiencial: Job 12,7-9. Lo que el autor retiene y ofrece como enseñanza es la diligencia y puntualidad: sin someterse a jefes, la multitud sabe trabajar socialmente, en el momento oportuno. En contraste se destaca la inacción del perezoso, que reparte su tiempo en descansar, dormir y no hacer nada. Y sucede un cambio: a la inacción sigue una actividad paralela. Algo que se mueve para llegar a una cita, con seguridad y sin prisas: pobreza e indigencia. Así queda el perezoso atrapado entre la enseñanza prudente del animal y la venganza segura de la indigencia. Y el maestro sonríe al impartir la lección. 

6,12-15 El hombre malvado típico está descrito por una serie de gestos que no son corrientes en nuestra cultura. Es la convención social lo que convierte en gestos significativos algunos movimientos particulares, Eclo 27,22. Los gestos combinados delatan una interioridad maligna. El maestro parece precaver al discípulo. El castigo llega repentino e irremediable: como a un cacharro que se quiebra sin posible compostura: Is 30,14. 

6,16-19 Por el artificio numérico, n+1, estos versos se hermanan con otros del capítulo 30 y de Eclo 25-26. Por la enumeración de miembros corporales es casi una variación de la cuarteta precedente. El septenario avanza con rapidez y concisión, pero no parece climático. 

6,17 "Ojos engreídos": Sal 18,28; Eclo 23,4; como comentario Sal 131. "Lengua embustera": 12,19; 21,6; 26,28; Sal 109,2. "Derramar sangre inocente": frecuente en la legislación y la predicación profética. 

6,18 En el cuarto puesto, el central, se encuentra el corazón maquinando y planeando. 

6,19 En hebreo dos sinónimos de "testigo": 14,5.25; 19,5.9. "Siembra discordias": 16,28. "Hermanos" en sentido familiar y nacional. 

6,20-35 Aunque la instrucción fluye sin rigor, se puede articular en una estrofa introductoria de cuatro versos y otras dos de seis. En una domina la imagen cósmica del fuego, en la otra la jurídica del ladrón. Así combina el maestro dos argumentos convincentes: la fuerza elemental y destructiva del fuego de la pasión, las graves consecuencias jurídicas. Si las últimas son más fáciles de formular, ante el poder elemental sólo cabe preguntar apasionadamente. La consecuencia es no "desear", ni "entrar" ni "tocar". Dicen nuestros refranes:
"Quien ama a la casada la vida trae emprestada", "Con mujer que tiene dueño ni por sueño". 

6,20-23 El exordio es solemne por la extensión, por la presencia de padre y madre -modelo matrimonial-, por las resonancias de Dt 6,4-9. Por esta razón y por el uso del verbo "codiciar", la presente perícopa se puede leer como comentario de un precepto del decálogo. Para la imagen de la luz: Sal 19,9; 119,105.
6,24-29 La presencia del fuego tiene un soporte sonoro por la semejanza de 'ish 'eshet 'esh = hombre, mujer, fuego. El fuego en la polaridad de sus valores: fuerza que transforma y unifica, fuerza destructiva e inexorable. En 5,15-19 el buen amor se hallaba sumergido en varias apariciones del elemento agua; el mal amor es aquí fuego que abrasa y consume. Cant 8,6s enfrenta ambos poderes, otorgando la victoria al fuego. 

6,24 El texto hebreo de "mala mujer" es incorrecto. Con un cambio vocálico leve, obtenemos "mujer del prójimo" como en el decálogo de 5,21. 

6,25 "Miradas": según Cant 4,9. 

6,26 El texto parece recargado. Se trata del precio. La "hogaza" sería el límite inferior -Judá pagó un cabrito, Gn 38-. La adúltera pone un precio muy alto: una vida, por la pena de muerte

6,27 Eclo 23,17. 

6,29 "Juntarse": en hebreo "entrar a". La expresión carga de doble sentido otros datos: seno, pies, fuego. 

6,30-35 La imagen del ladrón es de orden jurídico y legal, tiene apoyos en la legislación, del robo y el adulterio. Lo prohíbe el decálogo: Ex 20,15; Lv 19,11. Regulan los casos: Ex 21,16.37; 22,1-12. El símil del ladrón está conducido de tal manera, que a veces se deslindan los dos campos, a veces se funden. El hambre del ladrón es imagen del hambre sexual del adúltero. Siendo la imagen jurídica, tiene mucha importancia el factor económico del resarcimiento. El ladrón no lo paga con la vida. El marido ofendido no acepta un arreglo económico, y el adúltero lo paga con la infamia y la muerte. 

6,30. Si tiene fortuna, ¿cómo pasa hambre? -Se sobrepone el sentido simbólico. 

6,31 Según la legislación, el necesitado debía pedir, no robar. 

6,32 "Sin juicio" es categoría sapiencial; "se arruina" categoría existencial. 

6,34 La venganza puede ser judicial: el marido ofendido puede llevar a juicio al adúltero amparándose en la ley. 

6,35 Como si la legislación admitiera la fórmula de composición en casos de adulterio. O se piensa en un marido condescendiente, dispuesto a cerrar un ojo si se lo pagan. Los celos son más fuertes que la codicia. El ofensor ofrece, puja: en vano. La ley sigue su curso.

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